Dentro de cada clan, los linajes más alejados del primogénito del ancestro fundador eran vasallos, y debían tributo y obediencia a los linajes superiores.
El rígido sistema de castas consideraba “gente inferior” a los integrantes de estos linajes. Sus miembros debían residir en territorios fijos que se asociaban con el nombre del linaje.
Por debajo de los artesanos se situaban los campesinos, cuyos linajes residían afuera o en la periferia de las ciudades, a cuyo centro acudían para pagar tributos, trabajar en las construcciones monumentales, y participar de las actividades ceremoniales.
El último peldaño social lo ocupaban los esclavos o ppentac-ob. En su mayoría se trataba de cautivos de guerra provenientes de otras ciudades y pueblos, pero los delincuentes y los parias sin linaje engrosaban los contingentes junto con individuos pertenecientes a la “gente inferior” que habían sido vendidos para realizar tareas serviles.
Con frecuencia eran ofrendados en los ritos de sangre. La Apologética Historia de Indias de fray Bartolomé de las Casas ratifica las imágenes de los murales mayas, afirmando que los esclavos debían llevar un collar para ser distinguidos del resto de la “gente inferior”.
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